¿Son estos malos tiempos para la poesía? Antonio Gamoneda

/ 21 julio 2010 /
NO LO CREO. Únicamente los vivirán y sentirán contrarios quienes pretendan que la poesía tenga una función (en la sociedad) o una implantación generalizada (en la sensibilidad) que ya no le son propias.

Cuando la realidad se explicaba «mágicamente», los símbolos y el énfasis necesarios para tal explicación recaían en las conciencias, se potenciaban mediante mecanismos estéticos y, de paso, se constituían en norma. Me estoy refiriendo a las sociedades fundamentadas en religión ya los textos poéticos que venían a ser su legislación. Debo añadir que existía una confusión profunda entre religión y poesía. Eran

buenos tiempos para ésta.

En un pasado más cercano, las religiones, simplificadas en el uso popular, no distribuían ya poesía con análoga intensidad, pero en la sensibilidad no había desaparecido la necesidad del símbolo y del énfasis (entiéndase aquí por énfasis la peculiaridad del lenguaje en función estética) y existía una demanda poética satisfecha básicamente por la transmisión oral. Eran buenos tiempos para la poesía

Nuestros días, a diferencia de estos anteriores, están dominados por datos objetivos. De paso, la sensibilidad recibe, vía tecnológica, más estímulos estéticos que los que realmente necesita. Está saturada. Hay «sobrecarga en las líneas». No importa que la «sobre- carga» sea de buena o mala calidad: hay sobrecarga.

¿Quiere decir esto que corren malos tiempos para la poesía? Creo que no. Pensar tal cosa sería igual a pretender que el buen estado de la poesía es asunto de orden cuantitativo, es decir, que su valor consiste en la implantación mayoritaria.

En nuestro país puede haber ahora mismo ―1997― doscientos amigos (poetas, profesores, críticos, editores y antólogos) que proponen acciones como «acercar la poesía a la vida», «normalizar el lenguaje» o «fundamentar la poesía en experiencia». Nada de esto (amo a Jorge Manrique, al Arcipreste de Hita...), a pesar de su carácter poéticamente neutro, me parece detestable, pero sí una simpleza histórica. Además, en tales propuestas se insinúan finalidades cuantitativas que no se lograrán más allá de una breve captación de aficionados, es decir, que no podrán realizarse y conseguir, en la vida y para la poesía, una función real y amplia. No puede ser: no hay mercado.

Dando por bueno este concretísimo «fracaso», parece lógico opinar que corren malos tiempos para la poesía. Pues otra vez no; no es verdad.

Ya de los versos de Garcilaso se decía, vista su oscuridad, que había que «entrar por ellos con antorchas». Hace casi quinientos años y el negocio no había hecho más que empezar. Se ha producido un cambio decisivo y profundo en la cualidad poética. El hecho es histórico: el dominio de los datos objetivos ha radicalizado la subjetividad; la progresiva masificación ha generado una creciente individualización; las apariencias de racionalidad han suscitado apariencias de irracionalidad; las formas, declaradas o encubiertas, de no-libertad ha procreado una libertad de las imágenes.

La poesía, ajena al mercado y escasa de funciones externas, es, por ello precisamente, la única actividad que, dentro de las circunstancias, puede escapar al gregarismo. En el fervor minoritario, en la subjetivación radical, en la amplificación «anormal» del lenguaje, ahí se ha producido la mutación cualitativa que legitima su supervivencia, la que se logra en el carácter de la propia máquina poética y en la intensificación de la vida del emisor y de unos pocos receptores.

Salvo la normal cuota de insolvencias, no corren malos tiempos para la poesía.


* Publicado en: Antonio Gamoneda, El cuerpo de los símbolos, Huerga y Fierro, Madrid, 1997.


FUENTE: http://www.librodenotas.com/almacen/Archivos/001279.html#001279

Antonio Gamoneda - Escritura y Alquimia

/ 19 julio 2010 /

Genero: documental
Duración: 46’
Idioma: español
Formato: AVI
Peso: 362 MB
Producción:Juan Barja, Carlos Ruta
Dirección: Enrique Corti, César Rendueles
Realización: Leandro Ipiña
Guión: Amalia Iglesias, Julia Piera


SINOPSIS

Antonio Gamoneda. Escritura y alquimia es una película documental que explora el pensamiento poético de Antonio Gamoneda, tanto en su dimensión más puramente estética como en un orden especulativo. La película intercala declaraciones del poeta en las que reflexiona en torno a su obra con materiales biográficos y lecturas de poemas a cargo del propio Antonio Gamoneda.

El material se rodó a lo largo de 2007, en su mayor parte en el domicilio de Antonio Gamoneda, donde las poetas Amalia Iglesias y Julia Piera realizaron una serie de entrevistas. Además, la filmación incluyó un viaje con Antonio Gamoneda por distintas localizaciones relacionadas con su biografía y su universo estético y numerosos materiales gráficos procedentes del archivo personal del poeta.


DESCARGAR ESCRITURA Y ALQUIMIA

Adagia (frag.) Wallace Stevens

/ 03 julio 2010 /
El poeta fabrica vestidos de seda con gusanos.

Los autores son actores, los libros son teatros.

Después que se ha abandonado la creencia en Dios, la poesía es esa esencia que toma su lugar como la redención de la vida.

La exactitud de la observación es el equivalente de la exactitud del pensamiento.

La relación del arte con la vida es de primera importancia, especialmente en una época escéptica, puesto que, en ausencia de la creencia en Dios, la mente se vuelve sobre sus propias creaciones y las examina, no sólo desde el punto de vista estético, sino por lo que ella revelan, por lo que validan o invalidan, por el apoyo que dan.

Un tema grandioso no garantiza un efecto grandioso, sino, muy probablemente lo opuesto.

La poesía y la materia poética son términos intercambiables.

Un nuevo significado es el equivalente de una nueva palabra.

Lo real sólo es la base, pero es la base.

Al menos en poesía, la imaginación no debe desligarse de la realidad.

Es la creencia y no el dios lo que cuenta.

Un viaje en el espacio es igual a un viaje en el tiempo.

La poesía incrementa el sentimiento de la realidad.

El poeta es el intermediario entre la gente y el mundo en que vive así como entre la gente entre sí; pero no entre la gente y algún otro mundo.

El propósito de la poesía es hacer que la vida sea completa en sí misma.

La creencia superior es la de creer en una ficción sabiendo que es ficción, por no haber nada más. La verdad exquisita es saber que se trata de una ficción y que uno cree voluntariamente en ella.

En presencia de una extraordinaria realidad, la conciencia toma el lugar de la imaginación.

El poema es naturaleza creada por el poeta.

El poeta es el sacerdote de lo invisible.

La metáfora crea una nueva realidad desde la cual el original parece irreal.

Los ojos ven menos de lo que la lengua dice. La lengua dice menos de lo que la mente piensa.

Un cambio de estilo es un cambio de tema.

El poeta es un dios, o el joven poeta es un dios. El viejo poeta es un vagabundo.

No se puede perder el tiempo en ser moderno cuando hay tantas cosas importantes que ser.

El mundo del poeta depende del mundo que ha contemplado.

La imaginación aplicada a la totalidad del mundo es insípida en comparación con la imaginación aplicada al detalla.

Un poema no necesita tener un significado y, como muchas de las cosas de la naturaleza, a menudo lo tiene.

A la larga la verdad no debe importar.

La poesía descubre la relación de los hombres con los hechos.



Traducción de Guillermo Sucre
En Domingo a la mañana y otros poemas
Selección de Daniel Chirom
Buenos Aires, 1988


Fuente: http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2007/04/stevens-wallace-adagia-fragmentos.html
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