El Jardinero de Rabindranath Tagore

/ 09 agosto 2009 /


El Jardinero, del gran Rabindranath Tagore, tiene un lugarsito muy especial entre mi pequeña biblioteca básica. Lo leí por primera vez siendo adolescente, cuando lo encontré por esas casualidades de la vida en una feria de libros viejos y fue toda una lección de vida, esperanza, simpleza y amor. Tuve la suerte de encontrarlo en un periodo justo; creo que es un libro que se disfruta muchísimo más cuando se esta mas cerca de la niñez y uno lo lee sin prejuicios.

Pero independientemente del tema de la edad, es un libro que dejó una marca en su tiempo y que influenció a muchos poetas y aun hoi lo sigue asiendo, un ejemplo de esto puede ser partes de la primera obra de Neruda o su ya clásico poema en homenaje -plagio- al poema 30 de esta obra que encontramos en el poema 16 de los "Veinte poemas de Amor y una Canción Desesperada".

Mucho se puede decir...

"El jardinero" es uno de los libros más importantes del autor hindú, con las constantes de profundidad emocional características en los textos poéticos de Tagore, que lograron expandir internacionalmente su sabia percepción del universo y el hombre, logrando el Premio Nobel el mismo año de la publicación de esta gran obra.


5

No hallo reposo.
Tengo sed de infinito.
Mi alma languideciente aspira a las misteriosas lejanías.
Gran Más Allá, ¡qué profunda es la llamada de tu flauta!
Olvido siempre, siempre, que no tengo alas para volar, que estoy eternamente atado a la tierra.
Mi alma es ardiente y huye el sueño; soy un extraño en un país extraño.
Tú murmuras a mi oído una esperanza imposible.
Mi corazón conoce tu voz como si fuera suya.
Gran Desconocido, ¡qué profunda es la llamada de tu flauta!
Olvido siempre, siempre, que ignoro el camino, que no poseo un caballo alado.
No puedo hallar descanso; soy un extraño para mi propio corazón.
En la soleada niebla de las horas lánguidas, ¡qué grandiosa visión de Ti aparece en el azul del cielo!
Gran Arcano, ¡qué profunda es la llamada de tu flauta!
Olvido siempre, siempre, que están cerradas todas las puertas de esta casa en la que vivo solo.


27

—Cree en el amor, aunque sea una fuente de dolor. No cierres tu corazón.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—El corazón se ha hecho para entregarlo con una lágrima y una canción, amada mía.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—La alegría es frágil como una gota de rocío y muere sonriendo. Pero la pena es poderosa y tenaz.
Deja que un doloroso amor despierte en tus ojos.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—El loto prefiere florecer al sol y morir, a estar encerrado en el capullo durante un invierno
inacabable.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.


30

Tú eres la nube del crepúsculo que flota en el cielo de mis sueños.
Te dibujo según los anhelos de mi amor.
Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.
Tus pies se colorean con el fulgor de mi deseo, espigadora de mis cantos vespertinos.
Tus labios tienen el amargor y la dulzura de mi vino de dolor.
Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.
La sombra de mi pasión ha oscurecido tus ojos. Eres la alucinación de mi mirada.
Te he prendido y envuelto en la red de mis cantos, amor mío.
Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.


68

Hermano, nadie es eterno y nada perdura. Tenlo presente en tu corazón y alégrate, hermano.
También otros soportaron el antiguo peso de la vida, y otros hicieron también este largo viaje.
Un poeta no puede cantar siempre la misma canción antigua.
La flor se mustia y muere, pero quien la llevaba no ha de llorar siempre su suerte.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.
Es preciso un gran silencio para ensayar una perfecta armonía.
Cuando se pone el sol la vida declina y se pierde en las doradas sombras.
El amor debe abandonar sus juegos para apurar la copa del dolor y renacer en el cielo de las
lágrimas.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.
Nos apresuramos a recoger nuestras flores, temiendo que se las lleve el viento.
Apoderarnos de un beso que se desvanecería en la espera enciende nuestra sangre y aviva la mirada.
Nuestra vida es intensa y nuestros deseos fervientes, pues suena en el tiempo la campana de la
separación.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.
La belleza nos es dulce, porque su ligero ritmo es el mismo que el de nuestra vida.
La sabiduría nos es preciosa, porque nunca conseguiremos poseer la ciencia suprema. Todo se hace
y acaba en la Eternidad.
Pero las flores terrenales de la ilusión conservan con la muerte su eterna lozanía.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.


73

Oh Tierra, paciente madre oscura, tu riqueza no es infinita.
Te esfuerzas en alimentar a tus hijos, pero el alimento es escaso.
Las alegrías que nos ofreces nunca son perfectas.
Los juguetes que construyes para tus hijos son frágiles.
No puedes satisfacer nuestra insaciable esperanza. Pero no por ello te repudiaré.
Tu sonrisa sombreada por el dolor es dulce a mis ojos.
Tu amor, que nunca se realiza, es caro a mi corazón.
De tu pecho hemos recibido la vida, no la inmortalidad, y por ello velas por nosotros.
Hace siglos que compones colores y canciones, pero tu paraíso es sólo todavía un mero proyecto.
Tus más hermosas creaciones están veladas por la neblina de las lágrimas.
Verteré mis canciones en tu corazón callado y mi amor en tu amor.
Te adoraré por tu esfuerzo.
He visto la dulzura de tu rostro y amo tu triste polvo, madre Tierra.



Rabindranath Tagore



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