Brisa marina

/ 20 noviembre 2024 /

Leí todos los libros y es, ¡ay! , la carne triste.
¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan
entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,
ni los viejos jardines que los ojos reflejan,
ni la madre que, amante, da leche a su criatura,
ni la luz que en la noche mi lámpara difunde
sobre el papel en blanco que defiende su albura
retendrá al corazón que ya en el mar se hunde.
¡Yo partiré! ¡Oh, nave, tu velamen despliega
y leva al fin las anclas hacia incógnitos cielos!
Un tedio, desolado por la esperanza ciega,
confía en el supremo adiós de los pañuelos.
Y tal vez, son tus mástiles de los que el viento lanza
sobre perdidos náufragos que no encuentran maderos,
sin mástiles, sin mástiles, ni islote en lontananza…
Corazón, oye cómo cantan los marineros!


Stéphane Mallarmé

Mi Buenos Aires querido

/ 10 noviembre 2024 /


 Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.


Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.


Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.

 

Juan Gelman

 

Sigue tu destino

/ 05 noviembre 2024 /



Sigue tu destino,
riega tus plantas,
ama tus rosas.
El resto es la sombra
de árboles ajenos.

La realidad
es siempre más o menos
de lo que queremos.
Sólo nosotros somos siempre
iguales a nosotros mismos.

Suave es vivir solo.
Grande y noble es siempre
vivir simplemente.
Deja el olor en aras
como exvoto a los dioses.

Ve de lejos la vida.
No la interrogues nunca.
Que ella nada puede
decirte. La respuesta,
más allá de los dioses.

Mas serenamente
imita el Olimpo
en tu corazón.
Los dioses son dioses
porque no se piensan.

Fernando Pessoa
(Ricardo Reis)

Tres veces en la noche

/ 26 octubre 2024 /

Tres veces en la noche
sonaron las campanas
mientras mi Infancia
recorría
tierras extrañas.
Porque todavía
todavía mi Infancia
viene a buscarme
con un galope en las piernas
y en sus labios
una sonrisa salvaje.

Cuando anda por ciudades
para que no la vea la gente,
mi Infancia
se disimula en el demoníaco aire.
Porque ella es muy linda
muy suave y muy frágil
y tiene miedo
de las gentes grandes.
Me viene a buscar
a mi cuarto de sueños
y me cuenta
que con una hoja de palmera
navega los mares
como atraviesa las selvas
deslizándose por los árboles
Después
entre lloriqueos me cuenta,
sentada sobre mis rodillas
que un niño casi la atropella,
con su bicicleta
y cómo en un río, una anguila
la azotó con su cola eléctrica.
Mi Amor, entonces
le cura las heridas
porque con su presencia
mi cuarto de sueños
se convierte en un Valle de Vida.
¡Mi Infancia, mi Infancia!
Con un galope en sus piernas
todavía viene a buscarme.


Osvaldo Lamborghini

Quien tropieza en el vacío

/ 21 octubre 2024 /

Quien tropieza
en el vacío
quien se agrieta
y dice: yo
echa hojas
florece.
Así luchamos.


Yannis Ritsos

 

 

No tires las cartas de amor

/ 14 octubre 2024 /

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.


Joan Margarit

 

Todas las cartas de amor son ridículas

/ 10 octubre 2024 /

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas)


 

Fernando Pessoa (Alvaro de Campos)

 

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