1.
Sentado en la piedra más baja del muelle,
vi como navegaba una cáscara de sandía.
Apenas escuchaba, sumergido en mi suerte,
el rumor de la superficie y el silencio del fondo.
Como si de mi corazón arrancara su curso,
era turbio, grande y sabio el Danubio.
Igual que los músculos cuando el hombre trabaja,
limando, martillando, cavando, levantándose un techo,
saltaban, se estiraban y enervaban
cada movimiento y cada ola.
Y, como mi madre, el río me mecía, me contaba cuentos
y lavaba todas las ropas sucias de la ciudad.
De pronto empezó a lloviznar
y, como si todo diera igual, escampó.
Tal como aquel que mira la lluvia prolongada
desde una cueva, contemplé el horizonte:
como una indiferente, eterna lluvia, iba cayendo
el pasado ya descolorido.
Corría el Danubio. Y como un nino en el regazo
de una madre fértil y abstraída,
jugaban graciosas las olas
y llegaban sonrientes hasta mí.
Así se estremecían en la corriente del tiempo,
como las tambaleantes lápidas de un cementerio.
2.
Hace cien mil anos miro las cosas
que ahora veo de repente.
Sólo un minuto, y poseo completamente el tiempo
que cien mil antepasados miran conmigo.
Veo lo que no vieron, porque cavaron,
mataron, abrazaron, hicieron lo que tenían que hacer.
Y ellos, inmersos en la materia, ven
lo que no veo, si debo confesarlo.
Nos conocemos como la pena y la alegría.
Yo poseo el pasado y los antepasados el presente.
Escribimos poesía (ellos guían mi lápiz
y yo los siento y los recuerdo).
3.
Mi madre era cumana, mi padre era sekler,*
casi rumano, o tal vez rumano completo.
De boca de mi madre era dulce la comida,
de boca de mi padre era dulce la verdad.
Cada vez que me muevo ellos se abrazan.
Por eso me pongo triste algunas veces
(esto es como la muerte). Yo fluyo de ellos.
“¡Ya verás cuando no existamos! “, me dicen.
Me lo dicen porque ahora yo soy ellos.
Por eso mi debilidad es mi fuerza.
Ahora recuerdo que soy más que muchos,
porque soy todos los ancestros hasta el germen primero,
soy el Ancestro que se abre para multiplicarse,
me divido feliz en mi padre y mi madre,
y mi madre y mi padre se dividen en dos
¡y yo me multiplico en el ardiente Uno!
Yo soy el mundo –todo lo que fue y lo que es–:
muchas nacionalidades que entrechocan.
Los conquistadores muertos vencen conmigo
y el dolor de los vencidos es mi condena.
Arpád y Zalán, Werbőczi y Dózsa,**
turco, tártaro, eslovaco, rumano, se arremolinan
en este corazón que le adeuda al pasado
el suave futuro, ¡húngaros de hoy!
Yo quiero trabajar. Pero ya basta
con el esfuerzo de confesar el pasado
al Danubio, que es el pasado, el presente y el futuro,
en donde las suaves olas se entrelazan.
La lucha que libraron nuestros antepasados
va disolviéndola en paz la memoria,
y arreglar al fin nuestras cosas comunes,
esto es nuestro trabajo – y no es poco.
Attila Jozsef
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*Los cumanos eran los miembros de una antigua tribu de origen turco. / Sekler: Raza húngara de transilvania.
**Jefe de las tribus húngaras que conquistaron el territorio de Hungría en 896 d. C. / Rey que fue vencido por Árpád durante la conquista. / Jurista del siglo XVI, redactor del código feudal húngaro. / Jefe de una rebelión campesina en el siglo XVI a quien los nobles condenaron a la hoguera.
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