Todo está sin terminar. ¿O solo me lo parece a mí? Esta hoja ¿no debería terminarse de alguna forma? O la mariposa ¿no debería completar de algún modo El dibujo de sus alas? Y las líneas en las palmas de mi mano ¿Son solo un esbozo de Un cuadro apenas empezado? Todo está por terminar Expectante por llegar A completarse Lo cual es imposible adivinar Desde la luz cegadora Al otro extremo.
Ya todo estaba escrito cuando Vallejo dijo: -Todavía. Y le arrancó esta pluma al viejo cóndor del énfasis. El tiempo es todavía, la rosa es todavía y aunque pase el verano, y las estrellas de todos los veranos, el hombre es todavía. Nada pasó. Pero alguien que se llamaba César en peruano y en piedra más que piedra, dio en la cumbre del oxígeno hermoso. Las raíces lo siguieron sangrientas cada día más lúcido. Lo fueron secando, y ni París pudo salvarle el hueso ni el martirio. Ninguno fue tan hondo por las médulas vivas del origen ni nos habló en la música que decimos América porque éste únicamente sacó el ser de la piedra más oscura cuando nos vio la suerte debajo de las olas en el vacío de la mano. Cada cual su Vallejo doloroso y gozoso. No en París donde lloré por su alma, no en la nube violenta que me dio a diez mil metros la certeza terrestre de su rostro sobre la nieve libre, sino en esto de respirar la espina mortal, estoy seguro del que baja y me dice: -Todavía.
Me expulsarán de la ciudad antes de que caiga la noche: alegarán que me negué a pagar por el aire. Me expulsarán de la ciudad antes de que llegue la noche: alegarán que no pagué rentas por el sol ni cuotas por las nubes. Me expulsarán de la ciudad antes de que salga el sol: dirán que hice sufrir a la noche y que fracasé al elevar mis rezos a las estrellas. Me expulsarán de la ciudad antes de salir del vientre porque todo lo que hice durante siete meses fue escribir poemas y esperar para existir. Me expulsarán de la existencia porque tengo debilidad por la nada. Me expulsarán de la nada por mis dudosos lazos hacia la existencia. Me expulsarán a la vez de la existencia y de la nada porque nací para existir.
Sucede que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías y en los cines marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos. Sólo quiero un descanso de piedras o de lana, sólo quiero no ver establecimientos ni jardines, ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra. Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado o dar muerte a una monja con un golpe de oreja. Sería bello ir por las calles con un cuchillo verde y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, vacilante, extendido, tiritando de sueño, hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra, absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias. No quiero continuar de raíz y de tumba, de subterráneo solo, de bodega con muertos ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo cuando me ve llegar con mi cara de cárcel, y aúlla en su transcurso como una rueda herida, y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas, a hospitales donde los huesos salen por la ventana, a ciertas zapaterías con olor a vinagre, a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos colgando de las puertas de las casas que odio, hay dentaduras olvidadas en una cafetera, hay espejos que debieran haber llorado de vergüenza y espanto, hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos, con furia, con olvido, paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia, y patios donde hay ropas colgadas de un alambre: calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias.
¡Permíteme que hable en mi lengua árabe antes de que también ocupen mi lengua!
¡Permíteme que hable en mi legua materna antes de que también colonicen su memoria!
Soy una mujer árabe de color, y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo quería era despertarse al alba y ver a mi abuela rezar de rodillas, en una aldea escondida entra Yaffa y Haifa.
Mi madre nació bajo un olivo, en una tierra que, como dicen, ya no es mía.
Pero yo atravesaré sus barreras, sus puestos de control, sus malditos muros de apartheid, y retornaré a mi patria.
Soy una mujer árabe de color y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Tú has oído ayer gritar a mi hermana al dar a luz en uno de sus puestos de control, con soldados israelíes buscando entre sus piernas a su próxima amenaza demográfica, su hijita llamada Yanín
Tú has oído gritar a Amni Mona tras los barrotes de su prisión mientras gaseaban su celda: “Estamos volviendo a Palestina!”.
Soy una mujer árabe de color y venimos de todas las tonalidades de la ira.
Pero tú me dices que este útero que hay en mi interior sólo te traerá tu próximo terrorista, usando barba y blandiendo una pistola, con turbante y negro como la arena.
Tú me dices que mando a mis hijos a morir, Pero son vuestros helicópteros y F-16 los que están en nuestro cielo.
¡Vamos a hablar sobre el asunto del terrorismo un segundo!
¿No fue la CIA la que mató a Allende y Lumumba y quien primero adiestró a Osama?
No fueron mis abuelos quienes corrían como payasos, con capas y capuchas blancas en la cabeza linchando a los negros.
Soy una mujer árabe de color y venimos de todas las tonalidades de la ira.
“¿Quién es esa mujer morena gritando en la manifestación?”. ¡Perdón! ¿Es que yo no debería gritar?
He olvidado ser tú siempre orientalista sueño, genio en una botella, bailarina del vientre, joven de harén, mujer árabe de voz suave que dice: Sí, señor, no señor.
¡Gracias por los sándwiches de manteca de cacahuete que deja caer sobre nosotros tu dueño de los F-16!
Sí, mis libertadores están aquí para matar a mis hijos, y llamarles “daños colaterales”.
Soy una mujer árabe de color y venimos de todas las tonalidades de la ira.
¡Así que déjame decirte que este útero que hay en mi interior sólo nos traerá un próximo rebelde!
Tendrá una piedra en una mano y una bandera palestina en la otra.
Soy una mujer árabe de color. ¡Cuidado, cuidado con mi ira!
El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero. Nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño.
(¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta!)
El tiempo va sobre el sueño hundido hasta los cabellos. Ayer y mañana comen oscuras flores de duelo.
(¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta!)
Sobre la misma columna, abrazados sueño y tiempo, cruza el gemido del niño, la lengua rota del viejo.
(¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta!)
Y si el sueño finge muros en la llanura del tiempo, el tiempo le hace creer que nace en aquel momento.
(¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta!)
SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR
Yo pronuncio tu nombre En las noches oscuras Cuando vienen los astros A beber en la luna Y duermen los ramajes De las frondas ocultas. Y yo me siento hueco De pasión y de música. Loco reloj que canta Muertas horas antiguas.
Yo pronuncio tu nombre, En esta noche oscura, Y tu nombre me suena Más lejano que nunca. Más lejano que todas las estrellas Y más doliente que la mansa lluvia.
¿Te querré como entonces Alguna vez? ¿Qué culpa Tiene mi corazón? Si la niebla se esfuma ¿Qué otra pasión me espera? ¿Será tranquila y pura? ¡¡Si mis dedos pudieran Deshojar a la luna!!