Aunque tu no lo sepas

/ 27 septiembre 2024 /


Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.

También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuanto te marchas.

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.

Así he vivido yo,
como la luz del sueño,
que no recuerdas cuando te despiertas.


 Luis García Montero

 

Tengo ternura para ti

/ 18 septiembre 2024 /

Tengo ternura para ti, viajera,
Paréceme serena tu juventud,
Compasivo tu pecho
Y presto tu pensamiento.
Las heridas que en mí miras
A veces condolida, risueña otras,
Ni mal habidas son ni me atormentan.
Estas que ven el sol tú curarías.
Hay otras que, aunque más dolorosas,
No quisieras mitigar.
¿Tienes tú de éstas?


Macedonio Fernández

 

Más solo que un huerto seco y agotado

/ 13 septiembre 2024 /

Más solo que un huerto seco y agotado
puesto sobre la tierra
para uso y abuso.
Abatido como un ex boxeador que vende
periódicos en la esquina.
Deshecho en lágrimas como
una corista que se ha hecho vieja
y recibe su último cheque.
Un pañuelo vendrá bien su señoría,
vuestra merced.
Hoy los mirlos están alborotados
como
las uñas encarnadas
en una noche
en la celda…
vino gemido vino,
los mirlos corretean y
revolotean
repitiendo
melodías y castañuelas españolas.
Y cualquier parte no está en
ninguna parte…
es un sueño peor que
las tortillas o una rueda pinchada:
por qué continuamos
con la cabeza y
los bolsillos llenos de
polvo
como un niño malo que acaban de expulsar
del colegio…
dígamelo
usted que fue un héroe en alguna
revolución
usted que enseña a los niños
usted que bebe con calma
usted que posee grandes casas
y pasea por jardines
usted que ha matado a un hombre y posee una
bella esposa
dígamelo usted
por qué ardo como un
viejo vertedero
seco.
Podríamos mantener una correspondencia
interesante.
Tendríamos ocupado al cartero.
Y las mariposas y las hormigas y los puentes y
los cementerios
las constructoras de cohetes y los perros y los mecánicos
de coches
continuarían
un poco más.
Hasta que nos quedásemos sin sellos
y/o
ideas.
No se avergüence de
nada; supongo que Dios pensó en todo
incluso
en las cerraduras
de las puertas.

 

Charles Bukowski

 

De otro modo

/ 08 septiembre 2024 /

De otro modo
Si en vez de ser así,
si las cosas de espaldas (fijas desde los siglos)
se volvieran de frente
y las cosas de frente (inmutables)
volviesen las espaldas,
y lo diestro viniese a ser siniestro
y lo izquierdo derecho…
¡No sé cómo decirlo!
 
Suéñalo
como un sueño que está detrás del sueño,
un sueño no soñado todavía,
al que habría que ir,
al que hay que ir,
(¡no sé cómo decirlo!)
como arrancando mil velos de niebla
y al fin el mismo sueño fuese niebla .
 
De todos modos, suéñalo
en ese mundo, o en éste que nos acerca y nos apaga
donde las cosas son como son, o como dicen que son
o como dicen que debieran ser…
Vendríamos cantando por una misma senda
y yo abriría los brazos
y tú abrirías los brazos
y nos alcanzaríamos.
Nuestras voces unidas rodarían
hechas un mismo eco.
 
Para vernos felices
se asomarían todas las estrellas.
Querría conocernos el arcoiris
palpándonos con todos sus colores
y se levantarían las rosas
para bañarse un poco en nuestra dicha…
(¡Si pudiera ser como es,
o como no es… En absoluto diferente!)
 
Pero jamás,
jamás.
¿Sabes el tamaño de esta palabra:
Jamás?
¿Conoces el sordo gris de esta piedra:
Jamás?
¿Y el ruido que hace
al caer para siempre en el vacío:
Jamás?
 
No la pronuncies, déjamela.
(Cuando esté solo yo la diré en voz baja
suavizada de llanto, así:
Jamás…)

Emilio Ballagas

 

 

El baile de los ahorcados

/ 03 septiembre 2024 /

En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines, los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!

Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos horadados,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.

¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza,
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!

¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.

El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.

¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno…

¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monesterio!

Y de pronto, en el centro de esta danza macabra
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita
y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,

crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje
con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.

En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.

 

Arthur Rimbaud

 

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