Liberados ebooks gracias a Google

/ 31 agosto 2009 /
Por parte de la gente de Google Book Search, me acabo de enterar que liberaron mas de un millón de libros en formato epub para poder ser descargados y leídos por todos :)

No sé a uds pero a mi la noticia me encantó y por eso me pareció bien postearla en el blog. Los libros que se publicaron son de dominio publico, en otras palabras son libros que no disponen de derecho de autor vigente o los que fueron publicados bajo una licencia abierta :)

Epub es un formato libre y estándar que facilita la lectura de ebook, ya que nos permite entre otras cosas, configurar el tamaño de la pantalla o las resoluciones. Diré que lo he estado probando recién, porque no conocía el formato y me ha gustado mucho, es bastante cómodo, eso sí, yo lo hago desde mi Slackware Linux 12.2 con un programa muy liviano llamado EBReader y que por ahora recomiendo.

Para acceder a la base de ebook es cosa de entrar a Books-Google, pero como asumo que el lector del blog busca poesía, estos link le van a gustar Poesía Epica y Poetas.

Yo estoy leyendo un ebook que descargue recién "Poetas Contemporaneos" cuya edición es de 1863, Madrid (con zeta jj), y digitalizado de la biblioteca Harvard College les dejo un fragmento:

Penetrará en su corazon el vicio
Con máscara aparente de ventura
Que muestre el bien ásu ilusion propicio,

Y en medio del estrépito y presura
Y algazara del mundo, en ráudo carro,
Se olvidará de todo su locura. „

¿Qué me importa, dirá, ser frágil barro?
Vino, caballos, zambra y desvarío,
Y alma contenta y corazon bizarro.

Gabriel ESTRELLA.

Una noticia genial que merece muchos aplausos para la gente de Google. A leer y leer y leer... y si es poesía.. MEJOR!


Borges por el Mismo

/ 25 agosto 2009 /
Pasado el 24 de agosto, fecha en que naciera el gran Jorge Luis Borges, comparto con uds un audiolibro donde podemos oír al poeta recitando.

La grabación se realizó en Buenos Aires en septiembre de 1967. Y contiene no solo poemas sino también algunos comentarios que el poeta hizo sobre estos.

01 El General Quiroga va en coche al Muere
02 Poema Conjetural
03 Fundacion Mitica de Buenos Aires
04 Manuscrito Hallado en un Libro de Joseph Conrad
05 Pagina para Recordar al Coronel Suarez
06 El Golem
07 A Leopoldo Lugones
08 Borges y Yo
09 Milonga de Dos Hermanos
10 Milonga de Jacinto Chiclana
11 La Noche que en el Sur lo Velaron
12 Alusion a la Muerte del Coronel Francisco Borges
13 Limites
14 Del Rigor de la Ciencia
15 Cuarteta
16 El Poeta declara su Nombradia
17 Le regret de Heraclite
18 Everness
19 Spinoza
20 Poema de los Dones
21 Ajedrez (I - II)
22 Arte Poetica
23 El Mar
24 Un Soldado de Lee
25 Milonga de Albornoz


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos...

/ 11 agosto 2009 /
Esta mañana -para mi lo es ahora- volví a pensar en los 41 añitos con 11 meses de Cesare Pavese y en los ojos de la muerte ¿Qué ojos habrá tenido su muerte?

Hay ojos que no deberian traicionarte nunca. Y no por su belleza, eso es lo de menos, sino por lo que significan, por lo muy profundo que pueden llegar, por sus colores, por su falta de sombras.

Lo único que tendió a decir antes de dormirse en su propia muerte, en su propio homicidio tímido fue: "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismorreen demasiado".


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.

Versión de Carles José i Solsora


Cesare Pavese


El Jardinero de Rabindranath Tagore

/ 09 agosto 2009 /


El Jardinero, del gran Rabindranath Tagore, tiene un lugarsito muy especial entre mi pequeña biblioteca básica. Lo leí por primera vez siendo adolescente, cuando lo encontré por esas casualidades de la vida en una feria de libros viejos y fue toda una lección de vida, esperanza, simpleza y amor. Tuve la suerte de encontrarlo en un periodo justo; creo que es un libro que se disfruta muchísimo más cuando se esta mas cerca de la niñez y uno lo lee sin prejuicios.

Pero independientemente del tema de la edad, es un libro que dejó una marca en su tiempo y que influenció a muchos poetas y aun hoi lo sigue asiendo, un ejemplo de esto puede ser partes de la primera obra de Neruda o su ya clásico poema en homenaje -plagio- al poema 30 de esta obra que encontramos en el poema 16 de los "Veinte poemas de Amor y una Canción Desesperada".

Mucho se puede decir...

"El jardinero" es uno de los libros más importantes del autor hindú, con las constantes de profundidad emocional características en los textos poéticos de Tagore, que lograron expandir internacionalmente su sabia percepción del universo y el hombre, logrando el Premio Nobel el mismo año de la publicación de esta gran obra.


5

No hallo reposo.
Tengo sed de infinito.
Mi alma languideciente aspira a las misteriosas lejanías.
Gran Más Allá, ¡qué profunda es la llamada de tu flauta!
Olvido siempre, siempre, que no tengo alas para volar, que estoy eternamente atado a la tierra.
Mi alma es ardiente y huye el sueño; soy un extraño en un país extraño.
Tú murmuras a mi oído una esperanza imposible.
Mi corazón conoce tu voz como si fuera suya.
Gran Desconocido, ¡qué profunda es la llamada de tu flauta!
Olvido siempre, siempre, que ignoro el camino, que no poseo un caballo alado.
No puedo hallar descanso; soy un extraño para mi propio corazón.
En la soleada niebla de las horas lánguidas, ¡qué grandiosa visión de Ti aparece en el azul del cielo!
Gran Arcano, ¡qué profunda es la llamada de tu flauta!
Olvido siempre, siempre, que están cerradas todas las puertas de esta casa en la que vivo solo.


27

—Cree en el amor, aunque sea una fuente de dolor. No cierres tu corazón.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—El corazón se ha hecho para entregarlo con una lágrima y una canción, amada mía.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—La alegría es frágil como una gota de rocío y muere sonriendo. Pero la pena es poderosa y tenaz.
Deja que un doloroso amor despierte en tus ojos.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—El loto prefiere florecer al sol y morir, a estar encerrado en el capullo durante un invierno
inacabable.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.


30

Tú eres la nube del crepúsculo que flota en el cielo de mis sueños.
Te dibujo según los anhelos de mi amor.
Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.
Tus pies se colorean con el fulgor de mi deseo, espigadora de mis cantos vespertinos.
Tus labios tienen el amargor y la dulzura de mi vino de dolor.
Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.
La sombra de mi pasión ha oscurecido tus ojos. Eres la alucinación de mi mirada.
Te he prendido y envuelto en la red de mis cantos, amor mío.
Eres mía, y habitas en mis sueños infinitos.


68

Hermano, nadie es eterno y nada perdura. Tenlo presente en tu corazón y alégrate, hermano.
También otros soportaron el antiguo peso de la vida, y otros hicieron también este largo viaje.
Un poeta no puede cantar siempre la misma canción antigua.
La flor se mustia y muere, pero quien la llevaba no ha de llorar siempre su suerte.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.
Es preciso un gran silencio para ensayar una perfecta armonía.
Cuando se pone el sol la vida declina y se pierde en las doradas sombras.
El amor debe abandonar sus juegos para apurar la copa del dolor y renacer en el cielo de las
lágrimas.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.
Nos apresuramos a recoger nuestras flores, temiendo que se las lleve el viento.
Apoderarnos de un beso que se desvanecería en la espera enciende nuestra sangre y aviva la mirada.
Nuestra vida es intensa y nuestros deseos fervientes, pues suena en el tiempo la campana de la
separación.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.
La belleza nos es dulce, porque su ligero ritmo es el mismo que el de nuestra vida.
La sabiduría nos es preciosa, porque nunca conseguiremos poseer la ciencia suprema. Todo se hace
y acaba en la Eternidad.
Pero las flores terrenales de la ilusión conservan con la muerte su eterna lozanía.
Hermano, tenlo presente en tu corazón y alégrate.


73

Oh Tierra, paciente madre oscura, tu riqueza no es infinita.
Te esfuerzas en alimentar a tus hijos, pero el alimento es escaso.
Las alegrías que nos ofreces nunca son perfectas.
Los juguetes que construyes para tus hijos son frágiles.
No puedes satisfacer nuestra insaciable esperanza. Pero no por ello te repudiaré.
Tu sonrisa sombreada por el dolor es dulce a mis ojos.
Tu amor, que nunca se realiza, es caro a mi corazón.
De tu pecho hemos recibido la vida, no la inmortalidad, y por ello velas por nosotros.
Hace siglos que compones colores y canciones, pero tu paraíso es sólo todavía un mero proyecto.
Tus más hermosas creaciones están veladas por la neblina de las lágrimas.
Verteré mis canciones en tu corazón callado y mi amor en tu amor.
Te adoraré por tu esfuerzo.
He visto la dulzura de tu rostro y amo tu triste polvo, madre Tierra.



Rabindranath Tagore



Cero - Poema Sobre la Bomba Atomica

/ 07 agosto 2009 /

Empezando agosto siempre se me hace imposible no recordar ese gran desastre que fue el lanzamiento de las bombas atomicas, hechos que son injustificados totalmente.

Estas bombas tambien hicieron eco en la poesía. Como ya se habrán dado cuenta soi un admirador del gran Pedro Salinas, así que les dejo un poema que une los dos temas magistralmente...



CERO
Y esa Nada ha causado muchos llantos
y Nada fue instrumento de la Muerte,
y Nada vino a ser muerte de tantos.
Francisco de Quevedo


Ya maduró un nuevo cero
que tendrá su devoción.
Antonio Machado

I

Invitación al llanto. Esto es un llanto,
ojos, sin fin, llorando,
escombrera adelante, por las ruinas
de innumerables días.
Ruinas que esparce un cero —autor de nadas,
obra del hombre—, un cero, cuando estalla.

Cayó ciega. La soltó,
la soltaron, a seis mil
metros de altura, a las cuatro.
¿Hay ojos que le distingan
a la Tierra sus primores
desde tan alto?
¿Mundo feliz? ¿Tramas, vidas,
que se tejen, se destejen,
mariposas, hombres, tigres,
amándose y desamándose?
No. Geometría. Abstractos
colores sin habitantes,
embuste liso de atlas.
Cientos de dedos del viento
una tras otra pasaban
las hojas
—márgenes de nubes blancas—
de las tierras de la Tierra,
vuelta cuaderno de mapas.
Y a un mapa distante, ¿quién
le tiene lástima? Lástima
de una pompa de jabón
irisada, que se quiebra;
o en la arena de la playa
un crujido, un caracol
roto
sin querer, con la pisada.
Pero esa altura tan alta
que ya no la quieren pájaros,
le ciega al querer su causa
con mil aires transparentes.
Invisibles se le vuelven
al mundo delgadas gracias:
La azucena y sus estambres,
colibríes y sus alas,
las venas que van y vienen,
en tierno azul dibujadas,
por un pecho de doncella.
¿Quién va a quererlas
si no se las ve de cerca?

Él hizo su obligación:
lo que desde veinte esferas
instrumentos ordenaban,
exactamente: soltarla
al momento justo.

Nada.
Al principio
no vio casi nada. Una
mancha, creciendo despacio,
blanca, más blanca, ya cándida.
¿Arrebañados corderos?
¿Vedijas, copos de lana?
Eso sería...
¡Qué peso se le quitaba!
Eso sería: una imagen
que regresa.
Veinte años, atrás, un niño.

Él era un niño —allá atrás—
que en estíos campesinos
con los corderos jugaba
por el pastizal. Carreras,
topadas, risas, caídas
de bruces sobre la grama,
tan reciente de rocío
que la alegría del mundo
al verse otra vez tan claro,
le refrescaba la cara.
Sí; esas blancuras de ahora,
allá abajo
en vellones dilatadas,
no pueden ser nada malo:
rebaños y más rebaños
serenísimos que pastan
en ancho mapa de tréboles.
Nada malo. Ecos redondos
de aquella inocencia doble
veinte años atrás: infancia
triscando con el cordero
y retazos celestiales,
del sol niño con las nubes
que empuja, pastora, el alba.

Mientras,
detrás de tanta blancura
en la Tierra —no era mapa—
en donde el cero cayó,
el gran desastre empezaba.

II

Muerto inicial y víctima primera:
lo que va a ser y expira en los umbrales
del ser. ¡Ahogado coro de inminencias!
Heráldicas palabras voladoras
—«¡pronto!», «¡en seguida!», «¡ya!»— nuncios de dichas
colman el aire, lo vuelven promesa.
Pero la anunciación jamás se cumple:
la que aguardaba el éxtasis, doncella,
se quedará en su orilla, para siempre
entre su cuerpo y Dios alma suspensa.
¡Qué de esparcidas ruinas de futuro
por todo alrededor, sin que se vean!
Primer beso de amantes incipientes.
¡Asombro! ¿Es obra humana tanto gozo?
¿Podrán los labios repetirlo? Vuelan
hacia el segundo beso; más que beso,
claridad quieren, buscan la certeza
alegre de su don de hacer milagros
donde las bocas férvidas se encuentran.
¿ Por qué si ya los hálitos se juntan
los labios a posarse nunca llegan?
Tan al borde del beso, no se besan.

Obediente al ardor de un mediodía
la moza muerde ya la fruta nueva.
La boca anhela el más celado jugo;
del anhelo no pasa. Se le niega
cuando el labio presiente su dulzura
la condensada dentro, primavera,
pulpas de mayo, azúcares de junio,
día a día sumados a la almendra.

Consumación feliz de tanta ruta,
último paso, amante, pie en el aire,
que trae amor adonde amor espera.
Tiembla Julieta de Romeos próximos,
ya abre el alma a Calixto, Melibea.
Pero el paso final no encuentra suelo.
¿Dónde, si se hunde el mundo en la tiniebla,
si ya es nada Verona, y si no hay huerto?
De imposibles se vuelve la pareja.

¿Y esa mano —¿de quién?—, la mano trunca
blanca, en el suelo, sin su brazo, huérfana,
que buscas en el rosal la única abierta,
y cuando ya la alcanza por el tallo
se desprende, dejándose a la rosa,
sin conocer los ojos de su dueña?

¡Cimeras alegrías tremolantes,
gozo inmediato, pasmo que se acerca:
la frase más difícil, la penúltima,
la que lleva, derecho, hasta el acierto,
perfección vislumbrada, nunca nuestra!
¡Imágenes que inclinan su hermosura
sobre espejos que nunca las reflejan!

¡Qué cadáver ingrávido: una mañana
que muere al filo de su aurora cierta!
Vísperas son capullos. Sí, de dichas;
sí, de tiempo, futuros en capullos.
¡Tan hermosas, las vísperas!
¡Y muertas!

III

¿Se puede hacer más daño, allí en la Tierra?
Polvo que se levanta de la ruina,
humo del sacrificio, vaho de escombros
dice que sí se puede. Que hay más pena.
Vasto ayer que se queda sin presente,
vida inmolada en aparentes piedras.

¡Tanto afinar la gracia de los fustes
contra la selva tenebrosa alzados
de donde el miedo viene al alma, pánico!
Junto a un altar de azul, de ola y espuma,
el pensar y la piedra se desposan;
el mármol, que era blanco, es ya blancura.
Alborean columnas por el mundo,
ofreciéndole un orden a la aurora.
No terror, calma pura da este bosque,
de noble savia pórtico.
Vientos y vientos de dos mil otoños
con hojas de esta selva inmarcesible
quisieran aumentar sus hojarascas.
Rectos embisten, curvas les engañan.
Sin botín huyen. ¿Dónde está su fronda?
No pájaros, sus copas, procesiones
de doncellas mantienen en lo alto,
que atraviesan el tiempo, sin moverse.

Este espacio que no era más que espacio
a nadie dedicado, aire en vacío,
la lenta cantería lo redime
piedras poniendo, de oro, sobre piedras,
de aquella indiferencia sin plegaria.
Fiera luz, la del sumo mediodía,
claridad, toda hueca, de tan clara
va aprendiendo, ceñida entre altos muros
mansedumbres, dulzuras; ya es misterio.
Cantan coral callado las ojivas.
Flechas de alba cruzan por los santos
incorpóreos, no hieren, les traen vida
de colores. La noche se la quita.
La bóveda, al cerrarse abre más cielo.
Y en la hermosura vasta de estos límites
siente el alma que nada la termina.

Tierra sin forma, pobre arcilla; ahora
el torno la conduce hasta su auge:
suave concavidad, nido de dioses.
Poseidón, Venus, Iris, sus siluetas
en su seno se posan. A esta crátera
ojos, siempre sedientos, a abrevarse
vienen de agua de mito, inagotable.
Guarda la copa en este fondo oscuro
callado resplandor, eco de Olimpo.
Frágil materia es, mas se acomodan
los dioses, los eternos, en su círculo.

Y así, con lentitud que no descansa,
por las obras del hombre se hace el tiempo
profusión fabulosa. Cuando rueda
el mundo, tesorero, va sumando
—en cada vuelta gana una hermosura—
a belleza de ayer, belleza inédita.
Sobre sus hombros gráciles las horas
dádivas imprevistas acarrean.
¿Vida? Invención, hallazgo, lo que es
hoy a las cuatro, y a las tres no era.
Gozo de ver que si se marchan unas
trasponiendo la ceja de la tarde,
por el nocturno alcor otras se acercan.
Tiempo, fila de gracias que no cesa.
¡Qué alegría, saber que en cada hora
algo que está viniendo nos espera!
Ninguna ociosa, cada cual su don;
ninguna avara, todo nos lo entregan.
Por las manos que abren somos ricos
y en el regazo, Tierra, de este mundo
dejando van sin pausa
novísimos presentes: diferencias.

¿Flor? Flores. ¡Qué sinfín de flores, flor!
Todo, en lo igual, distinto: primavera.
Cuando se ve la Tierra amanecerse
se siente más feliz. La luz que llega
a estrecharle las obras que este día
la acrece su plural. ¡Es más diversa!

IV

El cero cae sobre ellas.
Ya no las veo, a las muchas,
las bellísimas, deshechas,
en esa desgarradora
unidad que las confunde,
en la nada, en la escombrera.

Por el escombro busco yo a mis muertos;
más me duele su ser tan invisibles.
Nadie los ve: lo que se ve son formas
truncas; prodigios eran, singulares,
que retornan, vencidos, a su piedra.
Muertos añosos, muertos a lo lejos,
cadáveres perdidos,
en ignorado osario perfecciona
la Tierra, lentamente, su esqueleto.
Su muerte fue hace mucho. Esperanzada
en no morir, su muerte. Ánima dieron
a masas que yacían en canteras.
Muchas piedras llenaron de temblores.
Mineral que camina hacia la imagen,
misteriosa tibieza, ya corriendo
por las vetas del mármol,
cuando, curva tras curva, se le empuja
hacia su más, a ser pecho de ninfa.
Piedra que late así con un latido
de carne que no es suya, entra en el juego
—ruleta son las horas y los días—:
el jugarse a la nada, o a lo eterno
el caudal de sus formas confiado:
el alma de los hombres, sus autores.
Si es su bulto de carne fugitivo,
ella queda detrás, la salvadora
roca, hija de sus manos, fidelísima,
que acepta con marmóreo silencio
augusto compromiso: eternizarlos.
Menos morir, morir así: transbordo
de una carne terrena a bajel pétreo
que zarpa, sin más aire que le impulse
que un soplo, al expirar, último aliento.
Travesía que empieza, rumbo a siempre;
la brújula no sirve, hay otro norte
que no confía a mapas su secreto;
misteriosos pilotos invisibles,
desde tumbas los guían, mareantes
por aguja de fe, según luceros.
Balsa de dioses, ánfora.
Naves de salvación con un polícromo
velamen de vidrieras, y sus cuentos
mármol, que flota porque vista de Venus.
Naos prodigiosas, sin cesar hendiendo
inmóviles, con proas tajadoras
auroras y crepúsculos, espumas
del tumbo de los años; años, olas
por los siglos alzándose y rompiendo.
Peripecia suprema día y noche,
navegar tesonero
empujado por racha que no atregua:
negación del morir, ansia de vida,
dando sus velas, piedras, a los vientos.
Armadas extrañísimas de afanes,
galeras, no de vivos, no de muertos,
tripulaciones de querencias puras,
incansables remeros,
cada cual con su remo, lo que hizo,
soñando en recalar en la celeste
ensenada segura, la que está
detrás, salva, del tiempo.


V

¡Y todos, ahora, todos,
qué naufragio total, en este escombro!
No tibios, no despedazados miembros
me piden compasión, desde la ruina:
de carne antigua voz antigua, oigo.

Desgarrada blancura, torso abierto,
aquí, a mis pies, informe.
Fue ninfa geométrica, columna.
El corazón que acaban de matarle,
Leucipo, pitagórico,
calculador de sueños, arquitecto,
de su pecho lo fue pasando a mármoles.
Y así, edad tras edad, en estas cándidas
hijas de su diseño
su vivir se salvó. Todo invisible,
su pálpito y su fuego.
Y ellas abstractos bultos se fingían,
pura piedra, columnas sin misterio.

Más duelo, más allá: serafín trunco,
ángel a trozos, roto mensajero.
Quebrada en seis pedazos
sonrisa, que anunciaba, por el suelo.
Entre el polvo guedejas
de rubia piedra, pelo tan sedeño
que el sol se lo atusaba a cada aurora
con sus dedos primeros.
Alas yacen usadas a lo altísimo,
en barro acaba su plumaje célico.
(A estas plumas del ángel desalado
encomendó su vuelo
sobre los siglos el hermano Pablo,
dulce monje cantero.)
Sigo escombro adelante, solo, solo.
Hollando voy los restos
de tantas perfecciones abolidas.
Años, siglos, por siglos acudieron
aquí, a posarse en ellas; rezumaban
arcillas o granitos,
linajes de humedad, frescor edénico.
No piso la materia; en su pedriza
piso al mayor dolor, tiempo deshecho.
Tiempo divino que llegó a ser tiempo
poco a poco, mañana tras su aurora,
mediodía camino de su véspero,
estío que se junta con otoño,
primaveras sumadas al invierno.
Años que nada saben de sus números,
llegándose, marchándose sin prisa,
sol que sale, sol puesto,
artificio diario, lenta rueda
que va subiendo al hombre hasta su cielo.
Piso añicos de tiempo.
Camino sobre anhelos hechos trizas,
sobre los días lentos
que le costó al cincel llegar al ángel;
sobre ardorosas noches,
con el ardor ardidas del desvelo
que en la alta madrugada da, por fin,
con el contorno exacto de su empeño...
Hollando voy las horas jubilares:
triunfo, toque final, remate, término
cuando ya, por constancia o por milagro,
obra se acaba que empezó proyecto.
Lo que era suma en un instante es polvo.
¡Qué derroche de siglos, un momento!
No se derrumban piedras, no, ni imágenes;
lo que se viene abajo es esa hueste
de tercos defensores de sus sueños.
Tropa que dio batalla a las milicias
mudas, sin rostro, de la nada; ejército
que matando a un olvido cada día
conquistó lentamente los milenios.
Se abre por fin la tumba a que escaparon;
les llega aquí la muerte de que huyeron.
Ya encontré mi cadáver, el que lloro.
Cadáver de los muertos que vivían
salvados de sus cuerpos pasajeros.
Un gran silencio en el vacío oscuro,
un gran polvo de obras, triste incienso,
canto inaudito, funeral sin nadie.
Yo sólo le recuerdo, al impalpable,
al NO dicho a la muerte, sostenido
contra tiempo y marea: ése es el muerto.
Soy la sombra que busca en la escombrera.
Con sus siete dolores cada una
mil soledades vienen a mi encuentro.
Hay un crucificado que agoniza
en desolado Gólgota de escombros,
de su cruz separado, cara al cielo.
Como no tiene cruz parece un hombre.
Pero aúlla un perro, un infinito perro
—inmenso aullar nocturno ¿desde dónde?—,
voz clamante entre ruinas por su Dueño.

de "Todo Más Claro y Otros Poemas"


Pedro Salinas




Biografia Ernesto Cardenal

/ 03 agosto 2009 /

Aprovechando la noticia del premio concedido al gran poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, les dejo una pequeña biografiar.

Ernesto Cardenal Martínez nace el 20 de enero de 1925 en Granada (Nicaragua). En 1935 ingresa en el Colegio Centroamérica de los Jesuitas en Granada donde completa sus estudios de bachillerato. Más tarde viaja a México e ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicando ya sus primeros poemas en algunas revistas mejicanas.

En 1947 obtiene la licenciatura y entre 1948 y 1949 estudia Literatura Norteamericana en la Universidad de Columbia (Nueva York) donde termina doctorándose. De mediados del 1949 a mediados de 1950 viaja por Europa (París, España, Italia) para regresar este mismo año a Nicaragua.

En esa época empieza a escribir sus famosos "Poemas históricos" e inicia un trabajo de traducción de poesía norteamericana que se prolonga por bastantes años hasta formar una voluminosa antología que después fue publicada por Editorial Aguilar. También por esta época comienza a realizar trabajos escultóricos, siendo algunas de sus obras exhibidas en galerías de los Estados Unidos.

Por entonces, también, empieza a manifestar su militancia política contra la dictadura de Anastasio Somoza con poemas de contenido político, algunos de los cuales circularon por el extranjero de forma anónima, sin que se sospechara quien era el autor, y así fueron publicados por Pablo Neruda en La Gaceta de Chile.

Es en 1957 cuando su vida da un giro total al decidir hacerse monje trapense e ingresar en el Monasterio de "Our Lady of Gethsemani", en Kentucky, EE.UU. donde Thomas Merton, maestro de novicios y consejero espiritual, se convierte en su gran amigo desde entonces.

Debido a su delicada salud debe abandonar la orden de la Trapa en 1959, continuando sus estudios religiosos en el Monasterio Benedictino de Cuernavaca, México, donde permanece dos años. Allí escribe dos obras, fruto de sus experiencias místicas: "Gethsemani Ky" (1960) y "Vida en el amor".

En 1961 continúa sus estudios de Teología en un seminario católico en la Ceja, Colombia. Desde allí publica las obras "Salmos" (1964) y "Oración por Marilyn Monroe" (1965), obra que contiene algunos de sus poemas más intensos, e inicia la colección de poemas indígenas que serían publicados después (1969) con el título de "Homenaje a los indios americanos".

A principios de 1966n funda unan comunidad contemplativa en una isla del archipiélago de Solentiname en la región de Río San Juan. En esa comunidad fomenta el desarrollo de cooperativas y crea una escuela de pintura primitiva que ha sido muy apreciada en Nicaragua y en el extranjero y un movimiento poético y político entre los campesinos basado en una interpretación libre y revolucionaria del Evangelio.

Posteriormente publica otros extensos poemas: "Canto Nacional" y "Oráculo sobre Managua" (1973), "Cristianismo y revolución" (1974), "La santidad en la revolución" (1974). También, "El Evangelio en Solentiname" (1977), comentarios revolucionarios del Evangelio hechos por él y los campesinos de Solentiname.

La poesía de Ernesto Cardenal es una poesía exteriorista formada en la lectura de la poesía norteamericana, la Biblia y los textos latinos clásicos, y se mueve entre el epigrama, la crónica y el salmo. Cardenal une el lenguaje místico con el épico, los problemas del proletariado de su pueblo con la magia de lo cotidiano; la ironía con la intensidad de la vida moderna.

Sus extensos poemas son verdaderas composiciones sinfónicas que expresan la ira del profeta enfrentado a la dictadura y que a la par revelan el asombro del poeta ante la naturaleza y la historia.

Pero por encima de todas estas apreciaciones, Cardenal reivindica una y otra vez la dignidad para el pueblo que tanto ama y para las comunidades indígenas.

Aunque su poesía no sea elitista, los críticos no dudan en afirmar que "El estrecho dudoso" es uno de los grandes aportes a la poesía contemporánea en lengua española.



Publicaciones:

* Ansias lengua de la poesia nueva nicaraguense (poemas). Nicaragua, 1948.
* Hora 0 (poemas), Revista Mexicana de Literatura, 1960.
* Epigramas: Poemas, Universidad Nacional Autonoma de Mexico, 1961.
* Antología de la poesía Norteamericana. Traducción y selección, con José Coronel Urtecho. Madrid, Aguilar, 1963. También: Madrid, Alianza, 1979.
* Literatura indigena americana: Antología. Trandución, con Jorge Montoya Toro. Medellín. Editorial Universidad de Antioquia, 1964.
* Oración por Marilyn Monroe, y otros poemas. Ediciones La Tertulia, 1965. También: Mannagua: Editorial Nueva Nicaragua-Ediciones Monimbo, 1985.
* El estrecho dudoso (poemas). Madrid, Ediciones Cultura Hispanica, 1966. También: managua, Editorial Nueva Nicaragua-Ediciones Monimbo, 1985.
* Antologia de Ernesto Cardenal (poemas). Santiago, Chile, Editora Santiago, 1967.
* Poemas de Ernesto Cardenal. Havana: Casa de las Americas, 1967.
* Salmos (poemas). Avila, España, Institución Gran Duque de Alba, 1967. También: Managua, Ediciones El Pez y la Serpiente, 1975.
* Mayapan (poema). Managua, Editorial Alemana, 1968.
* Homenaje a los indios americanos (poemas). Managua, Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, 1969. También: Madrid, Laia, 1983.
* Vida en el Amor (meditaciones). Buenos Aires, Lohle, 1970.
* La hora cero y otros poemas. Ediciones Saturno, 1971.
* Antologia: Ernesto Cardenal, selección y edición de Pablo Antonio Cuadra. Lohle, 1971. También: Universidad Centroamericana, 1975.
* Poemas. Editorial Leibres de Sinera, 1971.
* Poemas reunidos, 1949-1969. Dirección de Cultura, Universidad de Carabobo, 1972.
* En Cuba. Lohle, 1972.
* Canto nacional. México, Siglo XXI, 1973.
* Oràculo sobre Managua. Lohle, 1973.
* Poesia nicaraguense. Poemas. Selección. Havana, Casa de las Americas, 1973. También: Managua, Editorial Nueva Nicaragua, 1981.
* El Evangelio en Solentiname. Ediciones Sigueme, 1975. También: Managua, Editorial Nueva Nicaragua-Ediciones Monimbo, 1983.
* Poesia escogida. Barral Editores, 1975.
* La santidad de la revolucion. Ediciones Sigueme, 1976.
* Poesía cubana de la revolucion. Extemporáneos, 1976.
* Antología. Barcelona, Laia, 1978.
* Epigramas. Barcelona, Tusquets, 1978.
* Catulo-Marcial en version de Ernesto Cardenal. Laia, 1978.
* Canto a un pais que nace. Universidad Autónoma de Puebla, 1978.
* Antologia de poesia primitiva. Alianza, 1979.
* Nueva antología poética. Siglo Veintiuno, 1979.
* La paz mundial y la Revolucion de Nicaragua. Ministerio de Cultura, 1981.
* Tocar el cielo. Loguez, 1981.
* Los campesinos de Solentiname pintan el evangelio. Monimbo, 1982.
* La democratizacion de la cultura. Ministerio de Cultura, 1982.
* Nostalgia del futuro: Pintura y buena noticia en Solentiname. Editorial Nueva Nicaragua, 1982.
* Evangelio, pueblo, y arte (selecciones de El Evengelio en Solentiname). Loguez, 1983.
* Antologia: Ernesto Cardenal. Editorial Nueva Nicaragua-Ediciones Monimbo, 1983.
* Poesia de la nueva Nicaragua. Siglo XXI, 1983.
* Vuelos de Victoria. Madrid, Visor, 1984. León, Nicaragua, Editorial Universitaria, 1987.
* Quetzalcoatal. Editorial Nueva Nicaragua-Ediciones Monimbo, 1985.
* Nuevo cielo y tierra nueva. Editorial Nueva Nicaragua-Ediciones Monimbo, 1985.
Telescopio en la noche oscura. Editorial Trotta, 1993.
* El rio San Juan; estrecho dudoso en el centro de American. Latino Editores, 1993.


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